martes, 23 de septiembre de 2008

Encuentro al borde del agua

Recuerdo cuando te ví. Llevábamos días de silencio pegados a la piel. Se asomaba sobre nosotros un futuro de aeropuertos y cigarros a medio fumar. Yo solamente quería consumirme en vos una última vez, leer los bordes de la noche, amaneciendo congelado entre tus piernas. Quería renacer en un mes de agosto, caluroso y húmedo.

Pero vos tenías otros planes...

Vos querías visitar cada uno de los puentes, querías alargar los abrazos, respetar los labios cerrados, las flores dormidas. Vos querías que el río nos llevara, nos balanceara durante horas y al final, entre las isletas que se forman en su regazo, nos ahogara con su lento caminar de viejo huraño.

Yo buscaba el nido oscuro de los porches para robarte el sabor de la boca.

Mientras vos me mirabas más allá de las paredes que cerraban nuestros pasos, consciente de esa última noche, de esos últimos aquelarres de cerveza, caricias inesperadas y cantos de los trenes.

No me dejaste abrazarte ni una sola vez.

Sentados al borde del agua, vi como tu figura se hundía en mi recuerdo mientras tu abrigo rojo flotaba vacío hacia el fondo negro.
Nunca más te volví a ver.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Volver

Se pone el sol. Me levanto y me visto. Momento uno imitado. Voy aterrizando en un país de negros grumos de café tostado. Voces cotidianas, sin embargo, maravillan el pan de la mañana. Sigo lejos, pues, esperando, calculando... Sale el sol, me acuesto y sueño agotado.
Momento dos, valle de nubes, cielo despejado.
Vivo el eterno rol, centroamerica, casa maya, historia de luz.
Soy un exiliado voluntario libre de prejuicios, cargo historias que desconozco, con lo labios cansados me ledo leer, de la espalda hacia abajo.
Hacia el Sur y de lado, donde no vivo, donde no rezo, donde la piel se vuelve cobija y beso.
Dejo parir en mí la agonía...
Vengo de allá, país-ciudad-montaña.
Reflejo de mil pasados, caminante inconciente, otros ojos desnudan mis huesos rojos, dorados... soy un inmigrante de los libros abiertos.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Ensayo matutino


Levanta temprano los párpados y abre grande la boca.
Esperando de nuevo saltar de la cama se detuvo. Un respiro y diez años de dudas.
Ahora que comienza otra vez a murmurar no sabe como se oirán sus palabras.
Palabras abrazo penetradas por los silencios, palabras encapuchadas como monjes.

Antes del café, en vez de llenar espacios de colores, prefiere escuchar en los huecos llenos de peces del lavabo...observar, desde el balcón, como rebotan las piedras que caen y tejen círculos perfectos. El dulce se deshace entre sus dientes, cuando sonriendo va haciendo girar el día.

Un ensayo, quizás dos, antes de que golpeen los abejones, las ventanas frías.
Se ha dedicado a visitar viejos recuerdos, añejos lugares de remota conciencia. De cada uno ha traído un pedazo de nostalgia, resolviendo crucigramas con adjetivos inventados. Todo gira cuando el hombre que habla abre un húmedo horizonte y se sienta a mirar al sur de cualquier parte.

El tocadiscos, un grabado de Piranesi, y la pared devolviéndo el extraño sonido de la calle.